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lunes, 28 de abril de 2014

Rosas

Por hoy termino el primer día de la semana. Lo he empezado cansada físicamente, con pocas ganas de trabajar y con la cabeza en otro sitio. El sábado por la noche y durante casi 24 horas, he estado disfrutando del hombre que me emborracha con su ambrosía, ÉL.
La semana pasada fue Sant Jordi y es una especial festividad para los enamorados catalanes. Obviamente, no pudimos celebrarlo juntos puesto que su posición profesional no le permitió tener ni un minuto libre y además, por rigor y exigencias del guion de su vida, debía terminar la jornada en casa, con su esposa y cumpliendo con la tradicional entrega de la rosa como buen marido que se le espera que sea.
Nosotros no estamos enamorados, así lo creo de verdad, pero yo estoy terriblemente enganchada a él y hasta el momento no me estorba su matrimonio, ni siquiera me considero “la otra”, y en él, yo noto sus ojos rendidos a mi cuerpo y mis humildes encantos. No es amor, pero sí un embrujo mutuo que nos hace follar con la fuerza propia de los impulsos más primitivos.
Me hizo llegar un mensaje en el que me citaba el sábado por la noche, en la suite del hotel que más preserva nuestros encuentros sexuales. Ese mismo día por la mañana, desperté ya con tal subidón por la expectativa de la cita, que nada podía cambiar mi vital estado de ánimo. Me levanté, puse la radio y me encaminé hacia la ducha a ritmo de Pitbull y su “Back in time”. Era un buen presagio. ¡Me encanta esa canción!



 El calorcito del sol entrando por la ventana de mi baño, quitarme el pijama, las braguitas, entrar en la ducha, … mi subconsciente empezó a estimular mi cuerpo. Me puse gel en la palma de la mano y acaricié mis pechos que ahora apuntaban con sus pezones erectos hacia un rato de placer que no iba a dejar pasar. Me gusta masturbarme, sentir que soy dueña de mis orgasmos cómo y cuando quiera. En cuanto mis dedos pellizcan sutilmente mis pezones noto ya como la humedad de mi sexo empieza a convertirse en algo más caliente, más mojado. Bajo una mano hasta mi pubis donde apruebo (y ÉL también) encontrar el suficiente vello púbico para sentirme mujer y no una pelona adicta a las depilaciones radicales. Así también, puedo saber con los ojos cerrados que a partir de ahí empieza el camino a la gruta más deliciosa de mi cuerpo. Aprovecho un hilillo de flujo para untarme el clítoris y acariciármelo. Ohhhh…… sólo de imaginar lo que esa noche voy a disfrutar con mi amante secreto, podría correrme en 3 segundos, pero no quiero. Alargo el momento.
Sigo bajo el agua de la ducha, con un bonito sábado entrando por la ventana y llenando el cuarto de baño de efluvios corporales, de sexo, de gemidos muy femeninos, … introduzco mis dedos índice y corazón en el interior de mi vagina y apoyo un pie sobre un saliente para poder abrirme más y meterme los dedos fácilmente, aunque estoy tan mojada que se deslizan con mucha rapidez y debo introducir un dedo más para poder satisfacer mi ansia a cada momento. No sé cuántas pajas me habré hecho a lo largo de mi vida, pero desde la primera a los 11 años tan ingenua y simple hasta la de anteayer por la mañana, todas han sido fantásticas.
Fuerzo la rapidez en la masturbación, fantaseo con mi hombre follándome por detrás y acabo corriéndome feliz y orgullosa de ser mujer.
Estoy deseando que llegue la noche para contárselo y ponerle como una moto haciéndole saber que su influjo en mí llega hasta sin él pretenderlo y que me pone cachonda aún sin estar presente.
Por fin, llega el atardecer. Entro a la suite y lo primero que percibo es un penetrante afrodisíaco olor a rosas. No somos pareja, no nos pertenecemos oficialmente pero ese iba a ser nuestro Sant Jordi y nadie nos lo iba a quitar. Había pétalos de rosas por doquier y unas cuantas con sus verdes tallos salvajes esparcidas sobre la cama. Le escuché entrar por la puerta y encaminarse hacia mí por la espalda. No hizo falta cruzar palabra. Ni me giré, tan sólo se puso en marcha esta especie de conexión que tenemos desde el primer día y dejamos fluir el deseo que acumulábamos desde hacía un par de semanas.
Agarró mis pechos por detrás mientras yo iba despojándome con calma de la ropa; de la suya también. Le desabroché el cinturón aún sin darme la vuelta y le bajé el pantalón y los calzoncillos a la vez. Su pene saltó como un resorte de lo tieso que estaba. Él hizo un tanto parecido con mi tanga y así pudo ir siguiendo el calor de mi deseo por la vía del culo hasta llegar a mi sexo y notar como se le mojaban las puntas de los dedos. Ya bien mojados, los acercó hasta mi boca y muy dulcemente me dijo: “¿gustas?”, a lo que le contesté con un profundo beso en la boca y a continuación relamí muy gustosamente esos dedos grandes con sabor a MÍ.
Pero no tenía bastante “alimento” y bajé hasta su bien dotado miembro. Lo chupé con fruición hasta que yo misma no podía soportar más no tenerle entre mis piernas. Me senté en el borde de una regia mesa que hay en el centro de la suite y mientras nos besábamos apasionadamente, subió mis piernas para forzar que me abriese como las rosas que me había regalado entregándole mi cuerpo húmedo, anhelante de su erecto pene.
Recuerdo que mientras me bombeaba y mordisqueaba mis pezones, estaba sonando en el hilo musical otra bonita canción y además ideal para ese momento de desenfreno amoroso; “Rumour has it” de Adele. Estaba claro que los dioses de la música trabajaban ese día para mí.


Estuvimos un rato así hasta que salió de mí, me cogió la cara con las dos manos y me besó largamente, mirándome a los ojos. Sin duda, ese era un instante muy Sant Jordi. Yo sabía cómo culminar ese momento de un modo tan sexual como placentero para ambos. Me di la vuelta y con el torso sobre la mesa le ofrecí mi flor por detrás. Él notó rápidamente el olor a hembra que subía y me penetró con muchas ganas, con rapidez. Yo gemía sin tabús y estaba a punto de correrme cuando él me metió suavemente un dedo por el culo para hacer notar más la presión de la polla dentro de mí. Le grité que me corría, que estaba muy caliente y en ese momento él me regó por dentro con su leche blanca, caliente, tan rica. Mmmm…
Desayunamos con cava, hasta entonces nos amamos hasta 3 veces más.
Feliz Sant Jordi a todas y todos.

Un beso.

5 comentarios:

  1. Querida Laska, ¡enhorabuena!. Te felicito por tu placer, por tu forma de vivirlo, por tu forma de contarlo, por disfrutar de tu cuerpo de esa manera tan salvaje, tan húmeda. Lo único que no me gusta de estas historias es que tengan que ser clandestinas, que no podamos ir gritando a los cuatro vientos: "yo, fulanita de tal, vivo mi sexualidad sin complejos,no os hablo desde la comodidad del anonimato no me quiero esconder porque no me avergüenzo de gozar de mi cuerpo, no quiero contribuir a que el sexo siga siendo leyenda y mitología".Ese es el paso que hace que las cosas realmente cambien, aunque sea poco a poco. Pero supongo que cada uno tiene sus razones (intereses) para que las cosas sigan como siempre.Perdona mi moralina, no puedo evitar pensar que él está engañando a su mujer, y ya sería el colmo si además pasa por una persona pública de conducta intachable.En fin, que a lo mejor te has sentido un poco sermoneada y lo siento, pero es que, a mi modo de ver, el engaño empaña un poco estas historias, el engaño no nos hace libres.Besos y espero que no me odies por mi comentario.

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  2. Hola Eduardo, muchas gracias otra vez por leerme. Está claro que no te odio, todos los comentarios son bien recibidos. Vivo mi sexualidad muy a gusto hasta el momento con infidelidad de por medio, y suficiente paso he tomado a contarlo públicamente. La cosa es que perdería muchas cosas ( a parte de encanto ) publicar nombres. Pero creo que en verdad lo que te pasa es que te mueres de ganas por saber quien es ÉL, ¿verdad? ja ja ja
    Un abrazo

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  3. Pues me alegro que no te hayas enfadado. Por cierto, es verdad, me muero de ganas por saber quién es Él.
    Oye, no te habrás liado con Dios, porque siempre escribes "ÉL", y a mi en la escuela me dijeron que eso de escribirlo en mayúsculas es para referirse a Dios.
    Bueno, te seguiré visitando.
    Besos

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  4. Hola Laska! Te leo por primera vez, por recomendación, y, sinceramente, a fecha de hoy, me hallo muy sorprendido porque veo cierta similitud a cierta historia.... Seguiré leyendo.... Seguro que sigo sorprendiéndome.
    Un beso!

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    1. Hola Anónimo!! Quien sea que te haya recomendado, lo ha hecho con buen criterio, ¡seguro! Sigue leyendo a ver si en algún momento encuentras más similitudes, aunque tal vez aún no estén escritas...
      Un beso.

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